top of page

ETERNO PRESENTE

  • Foto del escritor: IBA
    IBA
  • 14 may 2019
  • 3 Min. de lectura

La mente, entendida como el ente pensador que poseemos todos y cada uno de los humanos es el obstáculo que dificulta nuestra conexión con el presente. La mente es la encargada de producir juicios, de racionalizar conceptos, de crear etiquetas, definiciones... En esencia, es la que nos hace traer al presente todo lo que en un pasado experimentamos o todo lo que queremos proyectar en el futuro.


La mayoría de la gente tiene una vocecita interior que le habla sin parar. A esa vocecita la llamaremos mente. Es con esa vocecita con la que la mayoría de la gente se identifica. Por ejemplo, cuando ésta te dice: “que bueno eres haciendo malabares” o “podrías vestir un poco mejor, ¿no?” es con estos pensamientos con los que nos identificamos y creemos que somos nosotros. Si nos fijamos un poco, nos daremos cuenta de que la mente se pasa casi todo el tiempo emitiendo juicios sobre lo que percibimos, sobre lo que hacemos o dejamos de hacer etc. que condicionan nuestra forma de actuar. Si ésta te dice por ejemplo que eres malo haciendo tal o cual cosa seguramente uno se frustrará y dejará de hacer dicha cosa, y cuando te dice lo contrario, pues uno se motiva.

Emitir juicios sobre la realidad que podemos percibir no es algo malo en sí, pero esta cualidad puede volverse en contra nuestro cuando estos juicios se vuelven compulsivos, involuntarios e imposibles de frenar. Esta compulsividad es nefasta para nuestra salud física y mental. Nos encierra en bucles, habitualmente, de pensamientos negativos, con los que nos identificamos, (“Yo soy esto”) de los que nos cuesta una barbaridad salir.



Lo bueno es que hay solución, o soluciones mejor dicho, como por ejemplo dejar de identificarse con lo que se piensa entrando en el Eterno Presente. La manera más sencilla, que no simple, es observar tu mente como un testigo lo haría. Es decir, prestar atención observando cómo tus pensamientos van surgiendo, sin enjuiciarlos. Escuchar a esa vocecita como si estuviera en un lugar y tú en otro. Pasar del “Yo soy esto” al “Yo soy”. Así separas tu mente de tu “Yo real”. En un principio este estado de Eterno Presente durará un pequeño plazo de tiempo pero a medida que se vaya practicando los lapsos temporales irán aumentando trayendo consigo verdaderos estados de calma y serenidad. Otra manera, no más sencilla, pero quizá, sí más eficaz es dirigir el foco de atención al presente, por ejemplo centrándose en la respiración o en cualquier tarea que se esté llevando a cabo. En esencia, esto sería una meditación. La clave radica en dejar de usar la mente, en acallar a esa vocecita, y centrarse única y exclusivamente en lo que se está haciendo. Cuando nuestra atención esta TOTALMENTE entregada a las acciones que realizamos en el presente, como respirar, es prácticamente imposible que la vocecita venga a molestar con sus juicios y demás cosas. Y pongo “totalmente” en mayúsculas porque uno puede creer que está atendiendo a su respiración mientras que su mente no para de decirle que si lo que hiciste ayer no lo deberías de haber hecho, que si mañana tienes que hacer lo otro…


El presente es la única Realidad que nunca termina y que siempre nos espera, de ahí lo de Eterno Presente. Y la mente, aunque muchas veces útil, es la que obstaculiza nuestra conexión con el presente. Dejemos de identificarnos con nuestros pensamientos y empecemos a expandir nuestros campos de conciencia, que es a lo que hemos venido a esta Tierra, a evolucionar y desarrollarnos.



Entradas recientes

Ver todo

1 Yorum


xabinhuet
15 May 2019

Que buen artículo! Esa vozcecita cabrona, que nos empaña el presente, con sus frustraciones de pasados y futuros abstractos

Beğen
Post: Blog2_Post

Subscribe Form

Thanks for submitting!

©2019 by libertadcomoreferencia. Proudly created with Wix.com

bottom of page